Sábado por la tarde

Hoy parece que hace frío. Ya tocaba, ¿no?. A mediados de noviembre ya era hora de que refrescara un poco. Llevo todo el dia el pijama y, desde hace un rato, mi albornoz. Muchos los usaréis para la ducha. Yo lo utilizo como bata. No sé a dónde quiero llegar exactamente con esta entrada, sinceramente. Supongo que son las consecuencias de la desazón de no salir de casa. La verdad es que me apetece coger la cámara de fotos y salir a hacer un pequeño reportaje. Días como hoy, en los que el sol luce y hace este frío, los cielos se observan rasos, perfectos para una buena fotografía. Sin embargo, no sé qué hacer. Esta desazón me carcome por dentro y, pese a habérseme planteado algún plan, típico de sábados por la tarde, no acabo de decidirme por nada. El libro de teoría de la autoescuela me roza el codo. Lo miro de reojo, y parece ponerme cara de borrego degollado.... Me da pena.... Debería continuar dibujándole rayitas bajo las palabras más importantes. Es como mi Pepito Grillo de la conducción. De pronto... un nuevo plan: teatro para mañana. Parece que ahora llego a escuchar los susurros a mi espalda. ¿Mi mochila? Me acerco.Me acerco más. ¡Cuidado! Parece que vienen de dentro.... La abro poco a poco. Muy poco a poco... despaso la cremallera. Ahora, el susurro es más intenso....La voz se torna grave, de ultratumba.... tengo miedo....mi piel tiene frío, mi vello se pone firme...un leve escalofrío recorre mis pies, subiendo por mis muslos, glúteos, cadera... cada vértebra, cuello, orejas...zas! se esfumó... miro en la oscuridad de la mochila y ahí está...es mi carpeta. Son mis apuntes que están deseando que los pase a un folio donde poder dormir limpios y ordenados....

Respiro tranquilamente. Sólo ha sido un susto....

Ahora vuelvo a plantearme.... ¿ qué hago esta tarde?